CAPITULO 5: SERVICIO MILITAR
CAPÍTULO 5:
SERVICIO MILITAR
La
vida continuaba y después de aqul año que había sido muy malo para todos, había
que seguir trabajando. Migue era joven y además de trabajar le gustaba
disfrutar de la vida. Como ya he contado, era un joven deportista, le gustaba
el futbol, la natación y también la vela y salir a navegar. Entre sus amigos y
él crearon un equipo de waterpolo que se conoció como el equipo del Embarcadero
que era donde jugaban. Durante el verano, muchas tardes al salir de trabajar
iba a entrenar y a darse un baño en la bahía. Como no había coches en esa época
y le gustaba siempre ir acompañado, algunos de sus amigos le pasaban a recoger
por el trabajo a la hora de cerrar. A su madre Manuela le gustaba que pasasen
por allí y hablar un rato con ellos. Le entretenía que le contase cómo les iba.
Además solía conocer a sus familias y aprovechaba para interesarse por ellas.
En
el embarcadero Migue pasaba muchas horas con sus amigos, con los que además de
jugar hablaba sobre todas las cosas que pasaban en la ciudad.
Se
pusieron de moda las motos y Migue no podía soportar la idea de no tener una.
Le llamaban muchísimo la atención y le pareció una idea fantástica lo de poder
moverse por la ciudad más rápido. Así que se las ingenió para ahorrar algo de
dinero para comprarse una. A sus padres no les hacía mucha gracia pero no
podían negar que esos vehículos con dos ruedas y motor eran muy interesantes.
Migue consiguió convencerlos de que era un aparato maravilloso y se compró una
moto roja que era la envidia de todos sus amigos.
El
día que la compró, lo primero que hizo fue ir a buscar a su madre con la moto
para llevarla a dar un paseo en ella. Su madre muy asustada no sabía ni como
sentarse en la moto. Entonces no había carreteras en Santander, eran caminos de
tierra con muchos baches así que Manuela después de dar muchos botes y llevarse
unos cuantos sustos llegó a la conclusión de que aquello no era para ella. Y
fue la primera y la única vez que subió en esa moto. Su padre mostró más
interés y enseguida empezó a pensar la manera de incorporar algún artilugio a
la moto para poder transportar mercancías. De ese modo podrían ir a la estación
con la moto para coger todos los paquetes que les mandaban y no con la
carretilla.
Migue,
estaba encantado con su moto y la llevaba a todas partes. Para que su padre
estuviese contento hacía todos los encargos de la tienda con la moto lo que
suponía el ahorro de mucho tiempo y esfuerzo.
Poco
a poco fue cogiendo confianza con la moto y un día cuando llegaba a trabajar
tubo un problema con el freno y tuvo la mala suerte de ir a estrellarse con un
quiosco que había en la plaza del ayuntamiento. Por suerte no le pasó nada ni a
Migue ni a nadie, pero la moto acabo destrozada y el quiosco también. Después
de este susto tuvieron que volver a utilizar la carretilla.
En
aquellos años era obligatorio hacer el servicio militar, a Migue por una parte
no le apetecía tener que dejar su ciudad, a su familia ni a sus amigos, pero
por otro lado, ir al servicio militar suponía salir de casa durante un tiempo y
conocer sitios y gente nueva.
No
le disgustaba del todo la idea del servicio militar hasta cuando se enteró de
donde le destinaban, que le dio un poco de miedo. Tenía que ir a Melilla, en
donde todo el mundo sabía que había una guerra. En esos años estaba teniendo
lugar la Guerra del Rif o Guerra de África. El enfrentamiento se originó porque algunas
tribus de una región montañosa del norte de Marruecos se enfrentaron a las
autoridades de las colonias de España y Francia en esa zona. La que más
preocupada estaba era su madre que no hacía más que pensar en lo lejos que
estaba Melilla y en la posibilidad de que a su hijo le pasase algo en la
guerra.
El
ejército envió a Melilla a los soldados españoles que en su mayoría eran
reclutas forzosos y jóvenes que como Migue estaban haciendo el servicio militar
y que no tenían experiencia ni estaban formados para el uso de armas. Esta
derrota militar española pasó a la historia como la batalla de Annual o el
Desastre de Annual. Se destruyeron las posiciones españolas recién ocupadas y
Melilla quedó sitiada.
Migue
tuvo que partir con más jóvenes como él. Todos iban nerviosos porque no sabían
lo que iban a encontrar y con mucho miedo porque lo que les esperaba era una
guerra y ellos no tenían ni idea de cómo lidiar con ese tema. No habían cogido
un arma en su vida. Fue un largo viaje hasta Algeciras y desde allí cogieron un
barco a Ceuta. Una vez allí tuvieron una instrucción básica y una vez supieron
coger un rifle les distribuyeron a diferentes posiciones en el norte de África.
Hubo enfrentamientos con los indígenas de la zona que conocían mucho mejor el
territorio que ellos. Y en una de esas batallas Migue estaba con su escuadrón
escondido en una zona frondosa cerca de un campamento indígena cuando oyó
disparos. Asustó tanto que salió corriendo por el primer camino que encontró,
el único problema es que llevaba hasta un desnivel. Con tanta vegetación Migue
no se había dado cuenta, e iba mirando hacia atrás cuando su pie, al ir a
apoyarse no encontró tierra bajo el sino una caída de cinco metros. No sintió
mayor dolor en su vida. Se había roto una pierna, el brazo izquierdo y dos
costillas. Lo tuvieron que trasladar a un hospital del ejército donde estuvo
ingresado hasta que se recuperó. En cuanto pudo andar de forma independiente
regresó a casa. Tuvo que dejar allí a muchos compañeros y sabía que la
situación era muy mala para los españoles.
Su
madre en Santander no tenía muchas noticias de lo que estaba pasando en el
norte de África y las pocas que llegaban no eran buenas. Lo pasó muy mal
mientras Migue estuvo lejos y cuando les notificaron que su hijo volvía antes
de lo previsto se imaginaba lo peor. Les dijeron que Migue había sido herido en
combate y que tras estar ingresado en el hospital se había recuperado y volvía
a casa. Tenía que embarcar con destino a Algeciras. Les habían dicho la fecha
en la que salía y la fecha prevista de llegada a Algeciras, así que, sin
pensarlo dos veces su madre se puso en viaje para ir a buscar a Migue y ver en
qué estado se encontraba. Estaba muy preocupada porque se imaginaba que podría
estar mutilado o tener alguna secuela grave y no podía quedarse esperando en
casa sentada.
Después
de cruzar toda la península y llegar a Algeciras, por fin se encontró a su hijo
que estaba entero y que no le faltaba ningún brazo ni ninguna pierna. Que podía
caminar y hablar. Para Migue fue toda una sorpresa porque no se imaginaba encontrarse
con su madre tan pronto aun así le hizo muchísima ilusión poder abrazar a su
madre después de todo lo que había pasado. Tenía ganas de regresar a Santander
para poder continuar con su vida, seguir trabajando en la tienda como siempre y
olvidarse de todo lo que había ocurrido. Junto con su madre emprendió el viaje de
vuelta a Santander y tuvieron tiempo para que Manuela le pusiera al día de
todas las novedades que habían ocurrido desde que él no estaba. De esta etapa
de su vida, de la época del servicio militar y de su viaje al norte de África
nunca hablaba demasiado. Siempre recordaba el encuentro con su madre que le fue
a buscar hasta tan lejos. Y de lo contento que se puso al verla pero nunca
mencionaba nada sobre su lesión, tal vez le pareciese algo tonto o irónico,
fuese lo que fuese todos le respetaron y no volvieron a hablar de ese tema.
me ha gustado mucho, te metes en la historia desde la primera palabra.
ResponderEliminarMuy bien escrito y estoy deseando leer el siguiente capítulo
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